lunes, 29 de agosto de 2016
Matemática
Es curioso pensar cómo nos fuimos convirtiendo en matemática. Dejamos de ser lengua, geografía, arte, historia. Vamos perdiendo la esencia de seres humanos, la parte hermosa, la parte que crea, vive, es libre, ES en todo su esplendor. Somos criaturas únicas, desde la huella digital hasta el último pensamiento de nuestras cabezas. Nacimos así, ni siquiera dos gemelos que presuman ser idénticos lo son del todo. Porque aunque nos clonaran estamos hechos de momentos, vivencias, errores, heridas. Y aún así buscamos ser iguales a otras personas. Lo que pasa adentro de nuestras cabezas no puede llamarse menos que magia. Tenemos la capacidad de decidir, pensar, aprender, cometer errores, perdonar, tener piedad, o no tenerla, ser malos, buenos, locos o tontos y un sinfín de características que nos diferencian. Creo que cada persona es todo un universo que siempre va a ser interesante explorar, y el valor de cada uno no varía, todos tenemos el mismo y no es un número. No nos convirtamos en matemática cuando nacemos siendo tantas cosas. La plata, las notas, el peso, la masa muscular, la grasa, la altura, los seguidores, los likes, todos tienen algo en común: son números. Números vacíos, que en realidad no simbolizan ni significan nada. Los sentimientos, los pensamientos, los valores, y todas las cosas que realmente importan de nosotros no se rigen por un número y no hay dos iguales. Hay tanta gente queriendo cambiar su ser, para convertirse en una cantidad, dejando de lado lo lindo de la aceptación de uno mismo, centrando sus vidas en llegar a la cifra perfecta, cuando todos vamos a terminar a tres metros bajo tierra; torturándose, no siendo felices, obsesionados, ¿para qué? No creo que nada lo valga. El día de nuestras muertes la gente no se va a acordar de cuánto pesábamos, ni de cuántos me gusta teníamos en las redes sociales, nos van a recordar por lo que éramos, por las cosas buenas que hicimos y el amor que supimos repartir. La felicidad, el ir conociéndose a uno mismo hasta formar una amistad es lo que hace que el haber vivido valga la muerte. Lo que en realidad somos es almas con cuerpos, y no cuerpos con almas, y el envase nunca importa más que el contenido. Somos SERES humanos, con énfasis, porque no es casualidad que nos llamemos así. Y yo no quiero ser un número, no quiero ser matemática.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario