Creo en el amor. Quizá creo tanto en él que me ciego
totalmente. Es una confianza ciega y profunda.
Algunos me podrán
creer ilusa, pero yo más bien me llamaría llena de esperanza. Tengo
esperanza de que el amor siempre va a triunfar, que es lo más poderoso que
existe y es capaz de todo.
También creo en
todo lo que el amor implique, como la fidelidad, por ejemplo. ¿Qué es eso de no
creer en la fidelidad? Qué triste vida la de todos aquellos que no sean capaces
ni de imaginar amar a alguien de tal manera que no haya forma de que tu
corazón se cruce con ninguno sino el suyo. Porque el amor es una entrega
completa, así lo veo yo. Pero no, no es un sacrificio, porque un sacrificio
está hecho a raíz de una obligación, y el amor no es eso. Creo que en el amor
no existe el sacrificio. Todo lo que se haga por y para el amor va a ser un
deseo, algo que se hace con placer, gusto.
Gracias a Dios. Qué invento más precioso. Y me encanta vivir a raíz de eso, porque
pese a todos los daños colaterales que pueda causar éste, no hay manera más
dulce de torturarse que sentir amor por una persona, y por qué no, por todos.
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